La amistad, al igual que la música, es uno de los hilos
conductores de nuestras vidas y por ello no hay mejor cosa que cuando las dos
líneas que representan abstractamente en nuestras mentes se juntan y se
sobreponen las una sobre la otra. Es por ello que no hay mejor sensación que
cuando un amigo tuyo con gustos musicales afines, te recomienda un grupo a
sabiendas de que te va a gustar, y mucho.
Eso es lo que me ha pasado recientemente con The Slow Show.
Se trata de un grupo de Manchester, aunque por la música que procesan no tienen
en absoluto nada que ver con lo que tradicionalmente se hace en la ciudad, incluso parecen huir del Madchester más ortodoxo,
aquel por el cual la ciudad ha sido conocida mundialmente por su música y que
tantos buenos momentos nos han hecho pasar.
Una primera escucha de White Water, el disco que el grupo ha
publicado este mismo mes de marzo en Haldem Pop Recordings, nos muestra una
influencia muy clara del rock americano más bonito que nos rememora
inevitablemente y de inmediato a The National, con algún recuerdo adolescente a the Crash Test Dummies en la voz de su cantante, aunque poco tienen
que ver con éstos.
Rock épico, amable y
fácil de escuchar que encarna a la perfección ‘Dresden’, la canción que abre el
álbum y se mantiene inalterable a lo largo de las 11 canciones de este álbum de
debut, destacando temas como ‘Testing’, donde la épica se hace más patente, o
‘Augustine’, donde la cercanía con la banda de Matt Berninger se hace más
palpable.
Ah, y no os olvidéis, que lo que la música ha unido que no
lo separe nadie.